Artículo de opinión

Cuestión de nomenclatura: Artículo de opinión sobre la importancia de la comunicación especializada de la ciencia

Por Edgar Ricardo León Mendoza

Cierto día mis compañeros y yo nos encontrábamos en el laboratorio; era hora de desechar soluciones de reactivos sobrantes y subproductos, lavar material y retirarnos. La profesora de laboratorio nos indicó que desecháramos las soluciones en los recipientes etiquetados con su respectiva fórmula química. Accidentalmente uno de mis compañeros desechó de manera errónea una solución de sulfato de sodio (Na₂SO₄) al arrojarla en un vaso de precipitados con solución de sulfuro de sodio (Na₂S). No hay de qué preocuparse en materia de salud; los daños ascendieron a la contaminación del reactivo. No menciono la anécdota con el objetivo de exhibir a mi compañero, sino para hacer presente el tema que nos atañe: la importancia de la comunicación especializada de la ciencia. Por testimonio propio se sabe que se cometió un error al interpretar las fórmulas químicas; ¿Por ignorancia? No lo sabemos, ¿Por descuido? No lo sabemos.  

Dejemos atrás el suceso y supongamos que el error se debió a una carencia del uso del lenguaje propio de la ciencia. Implica que el alumno en cuestión necesita adquirir conocimiento respecto a los símbolos, sintaxis y/o interpretación de lo que se conoce como nomenclatura química. La profesora ejerció su rol en el campo de la docencia y corrigió la incomprensión. Es en este momento (el de formación académica), donde al futuro profesional se le arma de los conocimientos propios de su área científica y asimismo adquiere el lenguaje científico especializado que le permitirá expresar sus ideas con precisión y claridad. A final de cuentas, su conocimiento no es útil si no lo comunica o no lo aplica y dicha aplicación, igualmente requiere de comunicar conocimiento.

Una finalidad de usar el lenguaje científico especializado es evitar la clase de yerros vivenciados en mi clase de laboratorio, que en otras condiciones podrían resultar desastrosos, perjudiciales y/o caros. Planteemos que el error hubiese ocurrido durante la metodología, entonces los resultados de la práctica estarían alterados. El correcto uso del lenguaje científico previene el retraso de experimentos e investigaciones. 

Desde otro punto de vista, el lenguaje tiene preeminencia en la investigación y el desarrollo desde que estas nacieron. Por ello no es extraño que los humanos seamos los únicos animales con un desarrollo técnico, científico y tecnológico, solo nosotros tenemos lenguajes desarrollados para representar el mundo con más precisión. Por tal motivo el avance del conocimiento de lo que nos rodea requiere crear nuevos conceptos que encierren en sí los descubrimientos y prescindir de aquellos que causan imprecisión al describir esta realidad. El lenguaje científico se erige como el respaldo del conocimiento.

La ausencia de un lenguaje científico estancaría el progreso de la ciencia y la tecnología. Si los científicos no poseyeran tecnicismos, símbolos o sistemas numéricos, la transmisión de información sería tediosa y tardada, por ejemplo: es más fácil escribir π en vez de una cantidad de infinitas cifras (3.14159…), para que se comprenda numéricamente la proporción del radio respecto a la circunferencia en un círculo, o es más rápido escribir KMnO₄ que escribir permanganato de potasio, o bien, hablar de lactato deshidrogenasa en vez de “una enzima capaz de catalizar la reducción de piruvato a lactato mediante la oxidación de NADH a NAD⁺”, etc. 

El lenguaje científico no solo ahorra tinta, ahorra valioso tiempo traducido en las horas que los científicos invirtieron en observar, indagar, experimentar, comprobar, interpretar y explicar el objeto de estudio de su investigación. Un solo concepto (evolución) puede traer a la mente toda una teoría, ahorrando una disertación al profesional versado en el área, o una frase (tinción de Gram) recuerda al laboratorista una metodología que ya bien conoce. Lo anterior implica que el lenguaje científico especializado no es manejado por todos, solamente por aquellos que han comprendido el conocimiento detrás de las palabras, o sea, los especialistas.  

En fin, el lenguaje científico es la base de la construcción conceptual y metodológica de la ciencia y nos permite avanzar en el desarrollo de esta y de los productos que genere, al mismo tiempo que nos deja expresar nuestra naturaleza: la de animal curioso y racional.